El agente Ethan Hunt y sus compañeros han sido desactivados por el Gobierno estadounidense. Solos y perseguidos deben enfrentar a un enemigo temible: el Sindicato, un grupo misterioso y letal que está sembrando el terror en todo el mundo.
Christopher McQuarrie escribió “Los sospechosos de siempre” hace más de 20 años y con esa contribución podía darse por cumplido. El antecedente habla de los kilates de McQuarrie como guionista, por más que sus trabajos posteriores -casi siempre al filo del thriller- no hayan alcanzado aquella brillantez. Y eso que fueron muchos. ¿El más flojo? “El turista”, aquel fiasco de la dupla Depp-Jolie. Pero McQuarrie está en plena forma y la asociación profesional que estableció con Tom Cruise se extendió a la dirección. McQuarrie escribió “Operación Valkiria” y “Al filo del mañana”, y condujo a Cruise en “Jack Reacher”. Esa retroalimentación creativa alcanzó el punto de cocción en esta quinta parte de “Misión: imposible”, la mejor película de la serie.
A Cruise los 53 años no se le notan en el cuerpo. Lo increíble es que no utilice dobles para las escenas de acción, que son muchas, arriesgadas y espectaculares. En la piel del incombustible Ethan Hunt, Cruise se cuelga de un avión en vuelo, salta desde el techo de la Ópera de Viena y maneja una moto a velocidad supersónica. También se disfraza; si no, no sería Ethan Hunt.
Esos pasajes están filmados con mano maestra por McQuarrie y se amalgaman con la trama, que está narrada con el tono y el ritmo justos. “Misión: imposible-Nación secreta” es, en esencia, una atractiva historia en la que se mezclan teorías conspirativas, guerras subterráneas de agencias de seguridad y amenazas terroristas modernas. Todo saltando de país en país, a lo James Bond y Jason Bourne. Felizmente, alguien se acordó en Hollywood de que la fórmula sigue siendo tan simple como un buen cuento.
Rebecca Ferguson juega muy bien de femme fatale y Jeremy Renner se ajusta al rol secundario que le toca, mientras Sean Harris compone un villano a la altura. Otra perla: la música. Joe Kraemer combina variaciones del Nessun Dorma, de Puccini, y el clásico “Misión: imposible” de Lalo Schifrin, orgullo argentino.
origen: EEUU, 2015. dirección: Christopher McQuarrie. CON: Tom Cruise, Rebecca Ferguson, Simon Pegg. violencia: con escenas. sexo: sin escenas. para el aplauso: una persecución sobre ruedas todavía puede sorprender cuando se filma con nervio e imaginación; la de Marruecos es formidable. lo bueno: el alto grado de protagonismo conferido al notable Simon Pegg.
Meterse con los vascos es cosa seria
Ocho apellidos vascos
Comedia - PM13 - 98’
Para Rafa, la refulgente Amaia no fue el amor de una noche en Andalucía. Prendado de la chica, él es capaz de dejar Sevilla para buscarla en el País Vasco. El problema es que el padre de Amaia no permitirá que su hija se relacione con un hombre de otra tierra.
Es difícil no empezar hablando del fenómeno. “Ocho apellidos vascos” es la película más vista de la historia del cine español: convocó nada menos que 10 millones de espectadores. Impresionante, tratándose de una comedia romántica sin demasiadas pretensiones, dotada de un reparto reducido y carente de un gran despliegue de producción. Pero “Ocho apellidos vascos” habla de una realidad que siempre quema en la península, como son las rivalidades regionales. Al hacerlo con humor descomprime la tensión y desnuda el costado sensible de un país en el que subirse a esa temática implica transitar cuesta arriba.
Rafa (Dani Rovira) es andaluz hasta la médula mientras que Amaia (Clara Lago) carga con un novio que la dejó plantada a días del casamiento y con un padre (Karra Elejalde) al que todo lo que no suene a vasco le provoca repulsión. Ella no quiere revelar su fracaso y convence a Rafa de que se haga pasar por su ex. Para eso Rafa se convertirá en Anchón y deberá actuar, hablar, vestirse y vivir como vasco. Justo él, sevillano (y del Betis). Esa transformación disparará enredos y algunos diálogos muy graciosos.
Para disfrutar y comprender a fondo “Ocho apellidos vascos” es imprescindible hacer pie en el mapa sociopolítico español, en el que conviven pueblos dotados de distintos orígenes, idiomas y culturas. La película surfea entre lo que une y lo que separa a los españoles, sin meterse en disquisiciones nacionalistas y hasta tomándose en solfa el terrorismo de ETA. Podía ser un fiasco y termina resultando amable y divertida. A fin de cuentas, en el fondo es una historia de amor, un poco ñoña es cierto, y resuelta velozmente con trazo grueso.
Será porque ya olían el éxito: es inminente el estreno de “Ocho apellidos catalanes”, con idéntico reparto y la misma dirección del prolífico Emilio Martínez Lázaro.
origen: España, 2014. dirección: Emilio Martínez Lázaro. CON: Dani Rovira, Clara Lago, Karra Elejalde. violencia: sin escenas. sexo: con breves escenas. la dupla: Curro (Alfonso Sánchez) y Joaquín (Alberto López), los desopilantes amigos de Rafa. la metáfora: vale averiguar qué eso de la “rama de canela”.